11 marzo, 2014

¿Quién dijo miedo habiendo hospitales?

Ya he pasado la primera fase: no más llantos, muchas pruebas y la primera operación. 

Este fin de semana pasado me ingresaron para hacerme la prueba del ganglio centinela. El primer día me dieron cuatro pinchacitos en el pecho por la mañana, al medio día me metieron en una máquina para localizar los ganglios y marcarlos, y por la tarde ingresé en el hospital, ya que había tenido que desplazarme fuera de mi ciudad. El día siguiente fue el de la operación.
Era la primera operación seria de mi vida, aunque no fuera grande. 

Te hacen levantarte pronto y ducharte con un jabón antiséptico, enjuagarte la boca con un líquido y estar en ayunas y sin beber agua desde las 12 de la noche.
Después esperas y desesperas, y ya sales al pasillo a darte una vuelta. Y vas con una bata chulísima (uy, sí) para que no se te vea el culo con ese camisón tan sexy de lunares abierto por detrás cuatro tallas más grande.
De pronto viene un celador guapísimo a por ti, pero muy soso, vamos, tan rancio que no articuló palabra en todo el camino. Y tú vas en la camilla tiritando más que un flan y con un frío que te mueres, con una sabanita por encima y tu hermoso camisón. Y ves a la gente andando por los pasillos, y las luces como pasan por el techo y llegas al ascensor si tienes la suerte de tener que pasar por uno y parece que estás en el parque de atracciones.
Y entonces llegas al lugar "esperado" el quirófano. Allí todo el mundo es muy amable, y hace mucho frío, dicen que es para que las bacterias y virus se aletarguen y no se reproduzcan, pero yo creo que es para que los cirujanos se conserven jóvenes y guapos. O bueno, no.
El caso es que hay que tener suerte, porque te puede tocar una enfermera que decida ponerte la vía en la mano donde no te encuentre la vena y sólo te pinche cinco veces. Casi nada.
Llega el momento de ponerte la anestesia y parece que vas a estar volando y viendo unicornios y luces, pero no, te mareas, te mareas y mucho. Y te asustas, porque estás mareada pero tumbada y es muy extraño. Pero yo no recuerdo en qué momento perdí el conocimiento. Sólo recuerdo que me había olvidado del frío que tenía, que me dolía mucho la mano y que el aire que salía de la mascarilla estaba fresquito y olía a una mezcla de plástico y alcohol.

Me desperté en la sala de despertar, no recuerdo muy bien cómo, pero creo que me despertó el llanto de un bebé. Sabía donde estaba y por qué, e incluso creía saber qué me habían hecho. Tenía una sed horrible y un dolor atroz en el costado, apenas podía moverme. La verdad es que en ese momento te asustas mucho, apenas tienes voz para llamar a las enfermeras, y lo único que quería era ver a mi mamá. No pasó mucho rato y otro celador muy simpático pero no tan agraciado me llevó a la habitación con ella.
Después todo trata de ponerte bolsas y bolsas de suero, y paracetamol y Nolotil, total, que vas muy grogui, pero tenía mucha hambre y sed, y hasta pasadas cuatro horas no me dejaron beber ni comer.
De hecho no sé si me alegró más que me dejaran comer o ver a mi madre. Bueno, sí lo sé, mamá, me gustó más verte a ti, pero esperar a comer fue desesperante.
Al día siguiente me enteré de que me habían sacado cuatro ganglios en lugar de uno, como me esperaba, puesto que el contraste llegó a los cuatro primeros. A la espera de los resultados me hallo.

En unos días me toca un nuevo viaje para la preservación de ovocitos y así poder tener hijos en el futuro. Llevo varios días pinchándome en la barriga y parezco un colador, pero merecerá la pena. 

Pronto volveré con nuevas aventuras hospitalarias.

N.

6 comentarios:

  1. Claro que va a merecer la pena cuando les cuentes a tus hijos que los quisiste tanto aun antes de conocerlos que te disfrazaste de colador por unos días.

    ResponderEliminar
  2. Es genial que te lo tomes con este humor, de verdad, es admirable. Espero que todo te salga genial y que esto se quede en una historieta más para contar. ¡Muchísimo ánimo campeona! :)

    ResponderEliminar
  3. Vivirlo debe ser una auténtica putada pero por suerte los avances soy muchos y seguro que después de esta etapa, saldrás más fuerte de lo imaginaste y podrás decir muy orgullosa: yo superé un cáncer de mama con 23 añitos.
    ¡¡Ánimo mujeraza!! Tu madre está contigo y pasó por ahí, ya verás como tú también sales victoriosa. Un abrazo y sigue escribiendo, que lo haces muy bien.

    ResponderEliminar
  4. TE QUIEROOOOOO! Ya sabes que tienes que recorrer un largo camino, pero vamos a llegar a la meta juntas y con éxito. Todo irá bien.Campeonaaaaa!

    ResponderEliminar
  5. Un Besote N. Desde Burgos estoy aquí siguiéndote y todo va a salir genial. Eres una tía fuerte y tienes una mamá que también lo es y vale mil.

    Muaks!!!!

    ResponderEliminar
  6. Yo también pensaba que la anestesia era como ir de vacaciones a una isla del Caribe y que los médicos son como en Anatomía de Grey :)
    Venga campeona que ya queda menos para la meta!
    :****

    ResponderEliminar

¡Déjame un comentario, que me hace mucha ilusión!